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Tres semanas es lo que ha durado en funcionamiento el ascensor urbano que el Ayuntamiento de Portugalete inauguró en septiembre en el Grupo Miramar. Un proyecto que supuso una inversión por parte del Consistorio de 800.000 euros y una subvención del Gobierno vasco de otros 300.000 euros.
La madrugada del martes al miércoles, el elevador fue víctima de un acto vandálico por tercera vez desde que se instalara hace algo más de seis meses y aún no se ha podido identificar al culpable de los hechos. Los vecinos de Miramar, tras años teniendo que lidiar con escaleras para acceder a su grupo de viviendas, vuelven a tener que sufrir la falta de este servicio. Según informaron fuentes del Ayuntamiento, la botonera del interior fue arrancada completamente en las tres ocasiones, provocando que quedara fuera de funcionamiento. «Por la forma de actuar creemos que ha sido la misma persona en todos los actos y que en el momento en el que los reponemos vuelve al cabo de unas semanas estropearlo otra vez, en definitiva un sinvergüenza», explica Mikel Torres, alcalde de Portugalete.
A pesar de que las cámaras de seguridad, no ha sido posible discernir aún quién es el autor. «El problema es que los delincuentes saben que están ahí los dispositivos y se protegen para que no puedan ser pillados. Con una capucha de una sudadera y una mascarilla ya no se les puede reconocer, lo que hace que las cámaras no sean efectivas en estos casos», aclara el regidor, que apela a la colaboración ciudadana para resolver este tipo de casos cuanto antes. «Cualquier persona que haya visto algo que pueda ayudar instamos a que se lo comunique a la policía del municipio», anima Torres.
Pero los ascensores del Grupo Miramar no son los únicos afectados por estos actos delictivos estos años. También se incluyen los de Azeta, Atalaya y Buenavista, así como rampas y otros servicios de este tipo. «La mayoría de averías en estos accesos mecánicos son provocadas por actos de vandalismo», asegura el alcalde, a lo que añade que el proceso que se ha de poner en marcha para arreglarlos no es nada sencillo. «Las empresas de suministros tardan mucho en darnos el material necesario, y más en estos momentos con el problema de la guerra en Ucrania», explica.
Estos actos de vandalismo han aumentado en número en los últimos años, un problema que desde el Ayuntamiento portugalujo reconocen. «Ha comenzado esta tendencia tras la pandemia, una vez que todos pudimos comenzar a salir de casa. Es algo que hemos puesto en común los alcaldes y alcaldesas de los municipios porque los ataques continuos al mobiliario urbano son cada vez más recurrentes. Por eso siempre intentamos apelar a la colaboración ciudadana y a la educación. Además del coste, que lo pagamos todos los vecinos, se deja de dar un servicio a gente que lo necesita y ese es un gran problema», concluye el regidor.