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El ascensor que une Iparragirre e Iparkale ya está en marcha. / O. U.
El ascensor del casco viejo de Ondarroa, que une las calles Iparragirre con Iparkale ya está en funcionamiento después de permanecer un mes clausurado por una avería en el mecanismo de cierre. «No entendemos de donde ha salido que el motivo era por no cambiar un cristal de la puerta», señaló el alcalde de la localidad, Zunbeltz Bedialauneta.
A finales de la semana pasada, el PNV denunció la 'inacción' y la negligencia del Ayuntamiento dirigido por EH Bildu en el mantenimiento del elevador que fue clausurado el pasado noviembre por no «proceder a sustituir el vidrio de la entrada». Desde la Alcaldía han recalcado que «en ese caso se hubiera encargado uno a medida y de un día para otro hubiera estado solucionado», añadió Bedialauneta. «El problema ha sido la tardanza en la recepción de la pieza que la firma Orona ha sustituido en cuanto ha sido posible», indicó el primer edil. Detalló también que fue el Ministerio de Industria quien, tras una inspección del elevador, instó a reparar el mecanismo por motivos de seguridad.
El máximo responsable municipal también ha pedido disculpas a la ciudadanía por el tiempo que se ha alargado para volver a ofrecer un servicio que garantiza la accesibilidad de numerosas personas que viven en el casco antiguo. No obstante, «hay que dejar claro que mientras tanto no hemos estado parados, ya que la empresa encargada de su mantenimiento nos aseguró que estaría en marcha para el 23 de diciembre y posteriormente el 6 de enero», señalaron.
Entre las razones argumentadas para explicar la demora figuran «la procedencia de la pieza que venía del extranjero y la complicaciones propias para llegar a su destino por tratarse de Navidades», indicaron las mismas fuentes.
Desde el Consistorio también han lamentado el sabotaje que el ascensor de Kanttoipe sufrió en Nochevieja. El ataque provocó que numerosos feligreses no pudiesen acceder a la parroquia de Andra Mari para asistir a a los oficios religiosos de primeros de año.
Generó también problemas de accesibilidad a los residentes en Kalandi. El elevador quedó reparado para el día siguiente. «Sabemos de los difíciles accesos de la parte antigua y trabajamos para garantizar la accesibilidad, lo que sucede es que los resultados no se ven de un día para otro», declaró el alcalde, Zunbeltz Bedialauneta.