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El nuevo elevador de barcos de Niederfinow, en el este de Alemania, entró en servicio el pasado miércoles. Ha sido un proceso largo, que comenzó en 2008, cuando se adjudicó el contrato, y que ha terminado catorce años después, con la inauguración de lo que las autoridades locales han llamado «la obra del siglo», un edificio de hormigón de 133 metros de largo, 46 metros de ancho y 55 metros de alto convertido ya desde las obras en una atracción turística.
El ascensor, situado a unos cincuenta kilómetros de Berlín, permite a los barcos salvar un desnivel de 36 metros en el canal Oder-Havel, un tramo de la conexión entre el puerto polaco de Szczecin, en el Báltico, y la capital alemana. Un logro para las empresas de transporte de mercancías, que ahorrarán tiempo y dinero, y un espectáculo visual para miles de turistas.
Esta ruta permite a los barcos llegar desde el río Oder hasta la meseta del bosque de Choriner, en una ruta de navegación con más de 250 años de historia que va desde Szczecin a Berlín. Desde que se puso en marcha esa ruta fue adaptándose a las necesidades del transporte marítimo de mercancías, con esclusas cada vez mayores. Hace cien años, esa antigua vía fluvial se trasladó del valle de Finow a la meseta del norte y finalmente se renombró como canal Havel-Oder.
En la era moderna de la ruta, primero se utilizaron las esclusas, que dejaron de utilizarse en 1972. Antes, en 1934, se inauguró un ascensor que en su momento ya fue una obra histórica, declarado 'Monumento histórico de la ingeniería civil en Alemania' en 2007. Sin embargo, hace tiempo que ya había llegado al límite de capacidad: los barcos modernos más grandes no podían pasar y su calado era insuficiente. De ahí que ya se empezara a hablar de un nuevo ascensor en los años 90 del pasado siglo.
Los barcos, con la nueva infraestructura, tienen más espacio. Su longitud supera en 30 metros a su antecesor y puede transportar casi 10.000 toneladas, el doble que el anterior ascensor, el peso de unas cincuenta ballenas azules adultas o 1.600 elefantes, según la comparación utilizada por Volker Wissing, ministro alemán de Transportes.
Los barcos llegan cargados desde el Mar Báltico hasta este punto. El ascensor les permite salvar el desnivel de 36 metros. Una vez arriba, la compuerta se abre y deja salir al barco, que continúa hacia Berlín. Cada año pasan por aquí unos 1.500 buques de carga, 2.500 embarcaciones de recreo y 250 barcos de pasajeros.
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