El paisa que desafió a la industria de los ascensores

2022-10-08 18:13:34 By : Mr. baron zhu

En 1982, un ingeniero eléctrico de la Universidad Pontificia Bolivaria tomó posesión de Coservicios, una fábrica que distribuía ascensores y no había podido consolidarse en el mercado.

En lenguaje antioqueño, esa empresa era como el pandequeso maluco que nadie quería y sus primeros dueños no sabían muy bien qué hacer con ella. Entonces, llegaron a la conclusión de que no era un negocio muy alineado con su portafolio y financieramente era un lastre.

Rodrigo Villa Galvis es el ingeniero que se arriesgó a comprarla en 1979, cuando todavía era parte de una sociedad a la que él reconoce no haberle consultado la operación. Pero creía que manufacturar ascensores era necesario para desarrollar la industria colombiana, generar empleos y crear riqueza.

Años atrás, había tenido la posibilidad de instalar el primer ascensor de la compañía japonesa Fujitec en Medellín. A partir de ahí le tomó amor a esos aparatos. Y lo que sus parientes, socios y amigos consideraban una necedad, era su máxima apuesta de vida.

Una vez Rodrigo adquirió a Coservicios, el presidente que le entregó la compañía le dijo: “Que desencartada tan verraca nos metiste”. En ese momento, estaba recibiendo una empresa con problemas tecnológicos, financieros y laborales.

Sin saberlo, se hizo con una compañía que tenía un sindicato “bravo” y hubo inconvenientes en los primeros años, pero él logró normalizar la situación y le dio armonía a la planta.

No obstante, quedaba la falta de dinero y la obsolescencia tecnológica. Sus socios veían que el negocio no pelechaba y consideraban salir de él. Pero antes que liquidar, Rodrigo prefirió tomarlo, retirarse de la sociedad y asumir el pasivo que tenía Coservicios, un monto que ascendía a unos US$400.000 heredados de los primeros propietarios.

Fue así como en el 1982 quedó por su propia cuenta, debiendo un infierno de plata, con unas máquinas anticuadas y apenas 5o empleados. Era un verdadero reto el que tenía que asumir.

Para acabar de ajustar, el banco al que le adeudaba los US$400.000 le preguntó cuál era la prenda de garantía que podía ofrecer y el contestó: “La única garantía que le puedo dar es que voy a trabajar para pagarle”.

Los ascensores de Coservicios, distribuidos bajo la marca de Andino, no tenían buena reputación porque los que se habían instalado presentaban fallas frecuentes.

La solución fue contratar a los ingenieros más destacados en sus respectivas universidades. Además, don Rodrigo viajó a España para tomar mentoría directamente de la casa matriz que suministraba las piezas. Tiempo después, les manifestó su intención de independizarse y ser el fabricante total de los elevadores.

Para su sorpresa, los españoles tomaron bien la decisión y, de hecho, cuando su departamento de investigación desarrolló los primeros tableros digitales que se incrustaban en los ascensores, le pidieron que fuera su proveedor.

Comenzó a ofrecer sus ascensores entre las constructoras que él conocía. Aunque muchas solo confiaban en proveedores internacionales como Mitsubishi.

Otros le dieron la oportunidad y atestiguaron la calidad que Rodrigo y su equipo le habían dado a sus elevadores. Eran tan buenos, que comenzaron a llegar compañías de Estados Unidos, Europa y Japón interesadas en aliarse con Coservicios para atender a sus clientes en América Latina.

Cuando las firmas constructoras se enteraron de que la compañía de Rodrigo estaba exportando, aumentó su credibilidad y los pedidos crecieron. Había logrado lo que nadie pensaba: recuperó una empresa de la quiebra inminente, la posicionó, y en su mejor momento puso el 30% de todos los ascensores en el mercado colombiano.

Este medellinense, en contra de todos los pronósticos, retó a los gigantes del mundo y hasta los convirtió en aliados. Demostró que sí hay talento humano para la industria colombiana y sigue creyendo que el país puede exportar productos con valor agregado, no solo materias primas.

La empresa que él creó sigue funcionando como Ascensores Schindler Andino, tras una operacion comercial con la compañia Suiza Schindler.

Coservicios fue aliada de Fujitec durante muchos años. Y cuando esta empresa inauguró su planta de fabricación en China, invitó a don Rodrigo Villa a la ceremonia. De hecho, le pidieron que destapara la botella de champaña: “por qué” —preguntó— “porque las escaleras eléctricas de la comuna 13 son el mejor referente que tiene Fujitec en América Latina” —contestó el presidente de la multinacional japonesa—. Don Rodrigo recuerda que durante la relación comercial habían acordado que Coservicios manufacturaba los ascensores para los clientes de Fujitec en Venezuela, Ecuador y Argentina. Y paralelamente, se encargarían de distribuir las escaleras eléctricas de los japoneses en Colombia. Para la época en que la Alcaldía de Medellín quiso materializar el proyecto de las escaleras en San Javier, solo Coservicios y sus ingenieros aceptaron el reto de realizar los diseños y luego instalarlas. Esta obra se inauguró en 2011.

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