El sinaloense José Dolores comparte su cuento 'El Suba'

2022-10-11 05:56:04 By : Mr. Frank zo

El autor transporta al los lectores a la piramedes del antiguo México y a un distante futuro en esta historia de viajes en el tiempo. 

Culiacán, Sinaloa. - Aquella ciudad tenía más políticos que servicios públicos: Algunas construcciones habían quedado inconclusas décadas atras, dando un aspecto deprimente al casco urbano, amén de la inseguridad que genera su entorno. Se decía que sus dueños las estaban ‘engordando’, o que ‘los padrinos’ habían dejado de aportar el recurso.

Ninguno de estos 14 ó 15 intuebles tenía oferta de venta, desafiando los mordiscos del Impuesto Predial: Son de Don Fulano, decían algunos, y no le interesa vender: ¡le sobra lana!. Pero esta urbe, como otras, tiene su historia, sus leyendas, sus consejas... ¡y sus miedos!

Son muy frecuentes las desapariciones de personas a las que jamás se vuelve a ver; y no hablo de los levantones a la luz del día, que ya son rutinarios; hablo de los desaparecidos que, simplemente, deben haberse trasladado… ¡a otra dimensión!. Con cierta frecuencia, aparecen carteles de extraviados, que ninguna relación guardan con grupos delictivos, ni con secuestros, pues no hay comunicación exigiendo rescate; simplemente, pasa el tiempo, y tales personajes caen en el olvido, como si se los hubiera tragado El Suba. ¿Quieren saber que es El Suba?: El Suba (su, de subir; y bajar) es un ascensor o elevador mucho muy especial.

Está en un alto edificio construido en un terreno donde, a principios del siglo XVI, más de 50 indígenas fueron pasados a cuchillo por órdenes de Nuño Beltrán de Guzmán, como escarmiento a los nativos rebeldes. Esa zona permaneció, más de cuatro siglos, deshabitada, hasta que ese acto sanguinario se olvidó; pero, tal parece, las ánimas de los guerreros aún se manifiestan...

¡Para bien, o para mal!. Por medio de este Suba, se pueden atender las inexplicables ausencias de personas irreprochables. El funcionamiento de nuestro Suba (puede haber otros) se basa en tecnología de punta y, la mayoría de las veces, tiene una función normal. Prácticamente, no se siente el ascenso, ni el descenso, ni la paradas y es la voz que emite la bocina del Suba, la que anuncia el piso y la trayectoria del mismo. Sin embargo, en determinados días y horas (que nadie sabe), el Suba se convierte en un teletransportador en el tiempo y espacio.

-¿Que pasa, mujer, por qué no entras al ascensor?- -No sé, mi amor, como que lo veo raro.- -¡Entonces, déjenme pasar a mi, ¡Tengo mucha prisa!- - Pase, señora. ¡Ya entra vieja, estamos haciendo haciendo un papelón!- -iBueno!- Estaban en el sexto piso, y los tres iban a la planta baja. Lo que no sabian era que, como el Suba estaba “en embrujo"; por cada piso que descendían, se retrasaban 100 años.

Así, al llegar a la planta baja, habián retrocedido en el tiempo 600 años. Al abrir sus puertas, el aparato los había teletransportado a un sitio lleno de templetes y pirámides, y rodeados de habitantes sorprendidos. Intentaron regresar al Suba, pero ya habió desaparecido: -¡Les advertí, que algo no me gustaba!- De inmediato, fueron sometidos por los guerreros y llevados al concejo de ancianos, donde los programaron a ser sacrificados a sus dioses.

Tres días despues, mientras esperaban ser conducidos; a la Piedra de Sacrificio, vieron, entre los sacerdotes, a un hombre alto, blanco y barbado, que les hacía soñas a manera de bendiciones. Todo hace suponer que se tralaba de Quetzalcóatl, pero los cautivos terminaron, con sus corazones, saciando el hambre de Huitzilopóchtli. El Suba, explicaría la presencia de Quetzalcóatl, pues parecia un ser llegado del futuro: De pronto, desaparece, y aunque seria como enhebrar una aguja por la punta, me atrevo a pensar que anduvo a la caza de un Suba, hasta que abordo uno, antes de que desapareciera....

En el décimo piso, dos parejas de esposos marcan la planta baja. Al llegar, tratan, ateriorizados, de volver al Suba, pero este desaparecio: retrocedieron 1000 años en el tiempo, y están rodeados de una jauría de lobos; que, en un santiamén, los devora: es muy peligroso, a pesar de la que digan los románticos, viajar al pasado.

-Por favor, al piso 13- El Suba, que en esos momentos estaba ‘en embrujo’, inició su ascenso llevando a cuatro trabajadores. Al llegar, se abren las puertas y los ocupantes se toban con una visión alucinante, después de provectarse 1300 años al futuro. Están en un altísimo edificio, desde el cual se observa toda la ciudad, encapsulada en una enorme cúpula de muy alta tecnología:

-¡Miren, ese hombre se va a suicidar!- En esos momentos, el citado se lanza por la ventana; pero en las manos lleva una especie de bastón, que al manipularlo le permite desplazarse en un vuelo controlado. En seguida, los recién llegados ven pasar autos sin llantas; pero con un colchón por chasis, que sirve para ascender o bajar verticalmente.

De pronto, llega a ellos una suerte de grupo de seguridad. Los interrogan y, aunque lo hacen en español, debido a los grandes cambios semánticos, no logran entender. Son conducidos a una cámara de actualización, y en menos de un minuto, ya pueden captar todo y contar su historia.

-En los últimos 600 años, no hemos tenido casos como el suyo. Los llevaremos a un sitio donde pasarán la noche, y mañana serán recibidos por el gerente de la ciudad. No teman nada, todo estará bien.

Al día siguiente, son ingresados a una cámara de estandarización, lo que les permite adquirir los conocimientos y habilidades del siglo 34. Al llegar a la gerencia de la ciudad…

-¡Pasen, por favor! Quise recibirlos para darles la bienvenida directamente, aunque lo que yo sé, ya lo conocen ustedes: Aquí todos sabemos lo mismo, y no existe la política: ¡Todos somos administradores! ¿Cuantos años creen que tengo?- -¿Unos…35?- -Es mi apariencia; pero acabo de cumplir 150. Si llegara a hastiarme de vivir puedo recurrir a la eutanasia, que es un derecho; pero como no podemos exponernos a la Carga Emocional de los panteones, sé que mi cuerpo será reciclado. En nuestras ciudades, que cubren el planeta, todo se recicla en bien de sus habitantes. Hemos logrado la Confraternidad Universal, y nuestras armas atómicas las reservamos para destruir los asteroides u otros cuerpos celestes que puedan amenazar la tierra. Tendrán tres días para pasear, antes de integrarse a las labores que ya conocen. Por lo pronto, ¡les doy la bienvenida a la ciudad de Culiacán!-.

Los nuevos habitantes, se miraron atónitos: El Suba los teleproyectó en el tiempo; pero no en el espacio.

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Por Noé Samuel Rodríguez Buelna

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