Inseguridad en Cáceres: Robos, peleas, insultos y suciedad, el calvario de avenida de Alemania de Cáceres

2022-10-09 12:34:52 By : Ms. Ada Chen

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Imagen de la zona, donde el problema se complica cuando salen los buses al ferial porque se compra y se bebe alcohol. LORENZO CORDERO

Cáceres | 07·10·22 | 17:56 | Actualizado a las 18:55

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La madre de María José tiene 78 años y ya le han robado dos veces, la última con violencia. Vive en uno de los portales de avenida de Alemania próximos a la Cruz, en Cáceres, un tramo hasta el cruce con la calle Argentina que se ha convertido en un auténtico calvario para los vecinos. «El domingo había gente orinando en los descansillos del bloque, y otro grupo venía de borrachera y se metió en el portal armando mucho alboroto. Nos han llegado a robar hasta los extintores», explica Isabel, también vecina de la avenida y madre de familia, que asegura que la situación ya se ha tornado insostenible.

Los inquilinos de esta zona denuncian que son continuos los robos, peleas, insultos, menudeos de drogas y otras circunstancias, «que además de insoportables e insalubres, nos provocan un auténtico temor», admite Isabel. La situación se ha gestado en torno a una tienda que permanece abierta las 24 horas del día, un negocio que los vecinos respetan, «tiene todo el derecho a funcionar», pero cuya actividad continuada día y noche ha atraído a los alrededores a personas conflictivas.

«Están bebiendo casi siempre, montan unas broncas de mucho cuidado entre ellos, también con la gente que pasa. Uno ha llegado a agredir físicamente a un menor», relata Isabel. «Vivimos con miedo, se ha convertido en una calle insegura en pleno centro, en un foco de delincuencia, donde se emborrachan continuamente», lamenta María José.

Los vecinos afirman que los espectáculos son lamentables. «Hacen sus necesidades entre los contenedores, no controlan su comportamiento, dicen auténticas barbaridades a las mujeres que pasan, y todo lo vemos con nuestros propios ojos, por eso podemos contarlo», aporta una vecina. De hecho, señalan que son testigos de la venta de pastillas y de otros estupefacientes en la zona. «Aquí estamos sufriendo de todo, hace días uno de ellos estaba tirado en un banco con los pañuelos por el suelo llenos de sangre», describen. Se trata además de un tramo donde existe generalmente doble fila, «y cuando un coche pita se dan por aludidos, gritan, hay peleas...».

Lo peor son los robos. «Nos tienen controlados a los vecinos, saben a qué horas entramos y salimos, han llegado a marcar las casas», asegura Isabel, familia de un matrimonio mayor residente también en la avenida de Alemania, que ha sufrido un robo en casa a las tres de la tarde. Por ello ya se han instalado cámaras en su edificio.

Quién ha sufrido especialmente estos delitos ha sido la madre de María José. «La primera vez le robaron en octubre de 2021. Vio cómo un chico se metía en el portal detrás de ella a las tres de la tarde, pero pensó que era el nieto de un vecino. Una vez en casa llamaron a la puerta y era el mismo chico, supuestamente para avisarle de que tenía la entrada llena de lavavajillas», cuenta su hija.

El chico se ofreció a limpiar y aprovechó para sustraerle las tarjetas de débito y crédito. «Muy posiblemente la había seguido antes al cajero para ver el pin. A las dos horas había sacado el máximo posible con ambas, unos 2.800 euros», desvela María José. También se pusieron cámaras en ese portal.

Pero el pasado agosto, la mujer volvió a entrar desde la calle y comprobó que otro chico la seguía. Esta vez no la pilló desprevenida cuando, al esperar el ascensor, le dio un tirón para llevarse sus pertenencias. Forcejearon y logró llevarse 50 euros. La mujer sufrió contusiones en la rodilla y en los brazos, aunque consiguió salir a la calle y gritar que le habían robado. Un repartidor de hamburguesas y el propio administrador de fincas que pasaba en ese momento, retuvieron al autor hasta que llegó la policía. «Tenía 15 robos con violencia, pero a las 24 horas estaba en la calle», lamenta la hija.

Por todo ello, los vecinos piden más presencia policial en la zona que disuada de ciertos comportamientos. «No se puede obviar lo que está ocurriendo. Ya nos da miedo bajar a tirar la basura», reiteran.

Los residentes en general afirman que se sienten controlados. «Vivimos con miedo porque saben nuestros movimientos las veinticuatro horas», señala Isabel. «Mis hijos dan la vuelta a la manzana», reconoce. «Están ahí en los bancos día y noche y nos conocen, entran en los portales, hemos tenido que echar a algunos. Mi madre ya no sale sola. Cogieron la costumbre de tocar los telefonillos de madrugada y ahora lo tiene que desconectar de noche», dice indignada María José.

Además, el problema se agrava cuando hay citas juveniles en el ferial, ya que los autobuses paran justo en esa acera. «Llegan numerosos jóvenes que aprovechan para comprar bebidas en el local que está siempre abierto, algunos ya comienzan a beber mientras esperan el autobús, aquí se hacen ‘botellones’ tranquilamente, hay mucho jaleo de noche. Hemos tenido que sacar incluso botellas del propio portal», revela Isabel.

Los vecinos plantean al ayuntamiento cacereño que traslade la parada del ferial unos metros más adelante, hasta el parque del Perú, «donde no se molestaría a nadie porque al lado solo hay una zona verde», proponen. 

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