Porque el ascensor, como el ferrocarril, el automóvil, los aviones o los cohetes espaciales es un invento muy reciente aunque nos parezca que siempre ha estado ahí, de arriba a abajo sin descanso ahorrándonos la pesada tarea de subir por las escaleras. La primera noticia que se tiene de un aparato de estas características aparece, como no podía ser de otra manera, en la Antigua Roma. Vitruvio, el primer ingeniero de la Historia, aseguraba que el griego Arquímedes habría construido uno tirado por bueyes en su Siracusa natal, pero sin dar más detalles. Vitruvio apuntó el dato y a otra cosa. En la Roma del siglo I sobraban esclavos para acarrear sacos y vituallas y las ínsulas donde vivían los romanos menestrales eran demasiado baratas como un artilugio tan caro de instalar y mantener.