Se multiplican las estafas de la mafia de los afiladores

2022-10-09 14:14:36 By : Ms. Ella Wu

La tradicional bicicleta del afilador. Parecen ser parte de una leyenda urbana, pero los relatos no cesan.

Es una tarde cualquiera en Echesortu, bajo el tenue sol de agosto, y suena el timbre. Mabel atiende. "Afilador", dicen a través del portero eléctrico. "¿Cuánto cobra?", pregunta ella, una mujer de 60 años que vive sola. "150 cada uno", responden. "Ya bajo". Mabel junta tres cuchillos que ya no cortan y llama el ascensor. Abre la puerta. Se encuentra con un hombre de unos 40, de buen aspecto, en una bicicleta con la piedra de afilar. Se los entrega. "Suba, que yo le aviso cuando termine", dice el afilador.

Pasan 20 minutos. Otra vez el timbre. Mabel baja con 500 pesos, dispuesta a dejarle propina. Pero algo se trastoca. La buena onda se convierte en apriete. "Son 1.500 cada uno". Mabel se queda congelada. El hombre se lo reclama con las hojas afiladas en la mano. La mujer mira a los costados. No hay nadie. Está en la puerta de su casa. Debe salir y entrar en soledad todos los días. Palpa sus bolsillos. Junta 3.000 pesos. "Es todo lo que tengo".

Cuando se los da, detecta en su mirada un leve goce, como si se estuviera riendo. El tipo se va. Ella sube a su casa, impotente. "Me hicieron el cuento del tío, justo a mí que pensé que nunca me iba a pasar", piensa.

Los estafadores que se hacen pasar por afiladores callejeros parecen una leyenda urbana. Pero esta historia de Mabel se repite en otros barrios de Rosario, y viene sucediendo a lo largo de los últimos años. Barrio Triángulo. Agote. Arroyito. Sarmiento. El centro. Azcuénaga. Fisherton. Martin. Los testimonios son muchos. ¿Malas experiencias o una mafia de delincuentes ingeniosos? ¿Un oficio muy noble, desprestigiado por un par de vivos?

El modus operandi es siempre el mismo. La mayoría de las víctimas son mujeres, aunque esto no es exclusivo y también hombres han caído en el ardid. El supuesto afilador le dice un precio bajo a sus potenciales clientes para que acepten el servicio, y luego les intenta cobrar una cifra mucho mayor, con la excusa de un malentendido o bajo amenaza violenta de no devolverles los cuchillos o tijeras. Todos los relatos apuntan a los que pasan casa por casa. Ni uno solo a los que están fijos en algún lugar, o tienen local.

"Hace poco nos pasó con mi marido. Aunque él ya lo sabía, queríamos comprobar si ocurría. Te dicen un precio rápido, uno les dice que sí y cuando vas a pagar, con tus cuchillos afilados en la mano, te dicen que entendiste mal y pasan otro valor mucho más alto", contó Carolina. Pablo, el esposo, completó: "Me acuerdo perfecto de haber preguntado varias veces antes de que me haciera el trabajo para confirmar el precio. Y quedar atónito cuando al finalizar lo cambió sin inmutarse. Casi termino acuchillado", dijo.

Muchas veces, lo que se termina pagando cuesta lo mismo o más caro que comprar el artículo nuevo. "Nos pasó con mi mamá hace años. Y de forma más reciente con mi pareja. Yo estaba distraída. Cuando me avisa que venía a buscar plata para el afilador ya estaba todo perdido. Pasó de 200 a 2.000 pesos", aseguró una estafada. Otro testimonio indicó: "A mí me dijo 100, dos veces. Terminado el trabajo resultó ser 1.100. Fue hace unos meses". "Me pasó. De 150 a 1.500 pesos, hace un par de años en barrio Martín. Un bajón", fue otro de los relatos.

La treta no es nueva, porque los casos no solo son recientes: "A mí también me pasó en 2014. Yo era estudiante, muy chica y sin un mango. Me dijo 6 pesos cada tijera. Le llevé dos. Cuando le fui a pagar me dijo 212, 106 cada una. Una locura, tres veces más de lo que salía una tijera nueva en ese entonces. El tipo era medio violento y me dio miedo, le tuve que dar 100 pesos, todo lo que tenía. Fue horrible", aportó una joven. "Año 2004, barrio de zona norte. Pasó uno por casa. Dijo 3 pesos por una tijera. Al terminar eran 23 pesos, casi 8 veces más. Mi viejo le terminó dando 15 pesos y lo mandó a mudar", agregó un muchacho.

La intimidación suele formar parte de la estrategia: "En vez de 50, como me dijo al principio, le tuve que dar 150. Hace varios años. Me apuntaba con el cuchillo", dijo un afectado por la treta. "Fue en 2020, en Arroyito. Un hombre ofrecía afilar tijeras y cuchillos por 120 pesos cada uno, y cuando terminaba de hacerlo decía que el costo era 720 por cada objeto, y se ponía bastante pesado", secundó Danisa. Guillermo completó: "Una vez lo escuché insultar mal a una chica porque le había pagado solo 100 pesos por afilar una cuchilla. Yo estaba por bajar para darle la mía, pero me abstuve". "Experiencia nefasta con un falso afilador en Azcuénaga. Un grandote de pelo largo. Imaginate, con varios cuchillos. Que 150, que 500. Garrón", indicó un tercero.

Ante el panorama tan confuso, muchas veces la persona se resigna y paga. "Tuve esa experiencia del mal afilador antes de la pandemia, en la zona de Entre Ríos al 200. Tal como lo cuentan, primero un precio y luego 10 veces más. Evalué: mis cuchillos valían poco, pero la cuchilla mucho más de lo que pedía. Pagué", recordó Lidia. "Un clásico; hace como 10 años uno fue a casa y me dijo 5 pesos cada cuchillo, y cuando le fui a pagar me dijo 50. Pensé que me tenía que joder por aceptar un precio tan bajo de movida", aseguró Enrique.

Otra técnica que usan es confundir diciendo que el precio que pasaron en principio era por una sola unidad: "Pedí para afilar cuatro tijeras por un monto, y al final me cobró ese precio por cada una. Nunca más", acotó Soledad. "Me dijo 90 pesos y después que eran 90 pesos por una cosa y 90 pesos más por otra, cómo en la peluquería, donde te enterás del precio al final".

Sin dudas hay personas honestas realizando este trabajo. Pero la mancha de los que violentan termina perjudicando al resto: "A mí me pasó hace unos 5 años en Fisherton. No lo podía creer. Una estafa tremenda. Nunca más utilicé el servicio de afiladores callejeros. Lo lamento por los que no están en la joda", manifestó una vecina.

A veces, como yapa, rompen las herramientas de trabajo de los clientes: "Soy costurera y bordadora. Me han perjudicado arruinándome las tijeras y cuchillos", lamentó una mujer. "En la calle no hacen buen trabajo, porque no tienen los elementos ni las herramientas necesarios", secundó un hombre que ofrece el servicio en su local, al que llegan muchos clientes quejándose por este tipo de estafas.

Pero no siempre se salen con la suya. En barrio Agote, los vecinos cansados de uno de estos falsos afiladores alertaron al resto por un grupo de Facebook, y lograron correrlo. Otras veces se topan con personas que no ceden: "En julio del 2020, me dijo por el portero que me cobraba 50 pesos por cada cosa. Yo bajé con una cuchilla y una tijera, y cuando terminó el trabajo me quiso cobrar 450 pesos por cada una. Le di algo de plata para que se fuera, porque se puso violento. Al día siguiente pasó a pedirme el resto del dinero y me negué a dárselo. Me insultó y yo le dije que se mandara a mudar o llamaba a la policía. Hice la denuncia y hoy en día se cruza de vereda cuando me ve porque lo quemo a gritos", recordó Priscila.

El Ministerio de Seguridad no tiene registros de ese tipo de hechos, y la Secretaría de Control del municipio tampoco. En el sistema del Ministerio Púbico de la Acusación no hay denuncias en los últimos años. Estiman que puede ser una estafa que no suele traducirse en presentaciones formales, o que figure descripta de otra forma. Pero el personal de calle, que tiene más próximo el termómetro del barrio, dice que detectó a varios dando vueltas. Se van cambiando de zona para que no los reconozcan. Solo el rápido aviso entre vecinos puede alertar a quienes estén por caer en las garras de los timadores.

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